Vivimos en una era donde el ritmo acelerado, la sobre exigencia y el estrés constante se han convertido en el soundtrack de nuestra rutina diaria. Sentimos la tensión en el cuello, en los hombros, en la mandíbula… y, sin darnos cuenta, nuestro rostro gana rigidez, arrugas, e inflamación.
El estrés no solo se refleja en el cansancio mental o en la falta de energía, sino que se imprime en nuestra piel, en nuestra expresión y en la manera en que sostenemos nuestra cara a lo largo del día. Líneas de preocupación en el entrecejo, músculos masticatorios apretados, mirada cansada, piel apagada… ¿Te suena?
Pero hay algo aún más profundo: el estado tenso de nuestra musculatura facial, craneal y del cuello no solo influye en cómo nos perciben los demás, sino también en cómo nos sentimos y percibimos a nosotros mismos. La tensión en el rostro afecta nuestra postura, limita nuestra respiración y modifica nuestro estado anímico. Un rostro contraído puede hacer que nos sintamos más pequeños, rígidos y en modo de alerta constante, perpetuando un estado de estrés sin que nos demos cuenta.
La buena noticia es que, así como entrenamos el cuerpo para liberar tensiones y recuperar vitalidad, también podemos reeducar nuestro rostro. Y ahí es donde entra en juego el yoga facial, una práctica que, más allá de su impacto estético, tiene un poderoso efecto regulador sobre nuestro sistema nervioso, nuestra circulación y nuestra energía vital.
¿Cómo el yoga facial combate el estrés y la fatiga?
● Relaja la musculatura y libera tensiones acumuladas Los músculos del rostro están directamente conectados con nuestro estado emocional. Cuando estamos estresadas, activamos constantemente el sistema nervioso simpático, lo que provoca contracción muscular involuntaria en zonas como la frente, el entrecejo, los párpados y la mandíbula. El Yoga Facial nos ayuda a liberar estos bloqueos, descomprimiendo zonas clave y permitiendo que la energía fluya de manera más armoniosa.
● Activa el sistema linfático y mejora la oxigenación de la piel El estrés también impacta en la circulación sanguínea y linfática. ¿El resultado? Rostro opaco, hinchazón en los ojos, acumulación de toxinas y una sensación general de pesadez facial. Los movimientos específicos del yoga facial estimulan la microcirculación, reducen la inflamación y devuelven vitalidad a la piel.
● Regula el sistema nervioso y reduce el cortisol Está demostrado que las técnicas de respiración y masaje facial pueden activar el sistema nervioso parasimpático, responsable de la relajación y la recuperación del cuerpo. En otras palabras, practicando yoga facial no solo reducimos los signos visibles del estrés, sino que también lo desactivamos desde la raíz, reduciendo los niveles de cortisol y promoviendo un estado de calma profunda.
● Pacificar el rostro para pacificar la mente Nazareth Castellanos, neurocientífica especializada en la relación entre el cerebro y el cuerpo, explica que nuestro rostro es una extensión de nuestro estado mental y emocional. La tensión acumulada en la cara no solo es el reflejo de nuestro estrés, sino que también lo refuerza, generando un bucle de malestar que afecta nuestra percepción del mundo y de nosotras mismas.
● Cuando suavizamos la expresión facial, le enviamos una señal al cerebro de que estamos seguras, relajadas y en calma, y esa misma calma se traduce en una sensación de bienestar interno. Es un proceso bidireccional: la mente afecta al rostro, pero el rostro también puede transformar la mente.
● Transforma la expresión facial y mejora la comunicación no verbal Nuestra cara no solo refleja cómo nos sentimos, sino que también influye en cómo nos perciben los demás. Un rostro tensado por el estrés puede transmitir cansancio, preocupación o malestar, aunque no lo sintamos de manera consciente. Liberar la musculatura y suavizar la expresión nos ayuda a proyectar una imagen más relajada, serena y vital.
¿Cómo empezar?
El yoga facial no requiere horas de práctica ni equipos especiales. Con solo unos minutos al día y los movimientos adecuados, podemos lograr una transformación profunda en nuestro rostro y bienestar general.
A continuación, te comparto cuatro ejercicios clave para liberar tensión, revitalizar la piel y recuperar la energía facial.
Primero:
Con hombros bajos y cuello relajado, formá puños. Llevalos a cada lado del cuello, donde termina el cráneo y empezá a hacer círculos, con presión moderada. Recorré todo el cuello en sentido descendente. Repetí este movimiento 5 veces.
Segundo:
Colocá tus dedos pulgares por detrás y debajo de tus orejas (Punto Triple Recalentador 17), y llevá el resto de tus dedos a las sienes. Presionalos hacia adentro y hacia arriba - como si quisieras estirar tu rostro, sostené esta postura por 20 segundos.
Luego, sin mover los dedos del lugar empezá a friccionar por 20 segundos más, movilizando enérgicamente el cuero cabelludo. Desarmá la postura suavemente.
Tercero:
Bajá los hombros y empezá a respirar profundamente por la nariz. Pensá que tu hígado está sonriendo, mientras llevás tus dedos pulgares al Punto VB 20, un punto súper importante que se encuentra en una depresión por debajo del hueso occipital, entre el proceso mastoideo y el origen del músculo trapecio, a 2 dedos de las cervicales.
Presionalo con fuerza moderada o con movimientos circulares por hasta 2 minutos, para abrir la parte posterior del cuello, incrementando el flujo energético y sanguíneo, armonizando hígado, reduciendo tensión muscular, mejorando el flujo sanguíneo en toda la cabeza y el estado de arrugas en frente y ojos.
Cuarto:
1. Bajá los hombros y coloca los extremos de las palmas de las manos sobre las sienes (músculos temporales).
2. Abrazá la cabeza con los dedos.
3. Los extremos de las palmas tienen que cubrir los extremos de las cejas.
4. Presioná los músculos temporales primero con las palmas de las manos y luego diagonalmente hacia atrás y hacia arriba (esto creará la apariencia de 'ojos de gato' y levantará la cara).
5. Ahora cerrá los ojos para crear y sentir la resistencia opuesta y llevá la mirada hacia arriba.
6. Tu cuello, hombros y otros músculos faciales deben estar relajados mientras respirás profundamente por la nariz.
Mantené la postura por 30 segundos, desarmá suavemente, friccionando hacia arriba, y repetí el ejercicio 2 veces más.
En una sociedad que nos empuja a vivir aceleradas y desconectadas de nosotras mismas, el Yoga Facial es una invitación a pausar, respirar y resetear. Es una forma simple pero poderosa de recordarnos que el bienestar y la vitalidad no dependen de la edad, sino de cómo elegimos habitarnos.
Cuando liberamos la tensión de nuestro rostro, también estamos liberando el estrés acumulado en nuestro cuerpo y en nuestra mente. Estamos enviando una señal clara de calma y equilibrio, reprogramando nuestro sistema nervioso y permitiéndonos habitar un estado de mayor bienestar. Regalate unos minutos de Yoga Facial y empezá a vivenciar como tu rostro, tu mente y tu sistema nervioso ganan calma y bienestar.
Carolina Winograd, especialista en Wellness & Yoga Facial @kaliope.glow